El Señor y Su Santísima Madre nos reciben siempre con Su amor y Su piedad
¡Cuánto los entristecemos con nuestra falta de perseverancia, aquí en la tierra, en esta vida! ¡Pero si acudimos a ellos con humildad y contrición, nos perdonan todo! ¡No retienen ninguna de nuestras faltas, ninguno de nuestros actos oprobiosos, y nuestra vida se torna en algo que pareciera no ser de este mundo!
La Santísima Madre de Dios ora incesantemente por nosotros e incesantemente está junto a nosotros. Cada vez que la buscamos con el corazón, ella viene a nuestro encuentro. Sólo ella, después del Señor, es nuestra protectora. ¡Cuántas iglesias hay sobre la faz de la tierra, dedicadas a ella! ¡Qué gran cantidad de manantiales de sanación hay en todas partes, a donde vienen millones de personas a quedar libres de sus enfermedades, en lugares donde la Madre del Señor ha aparecido y ha bendecido las aguas para que muchos se beneficien de ellas! Ella está siempre con nosotros, aunque usualmente se nos olvide.
Aquí, en la tierra, nuestros parientes más cercanos pueden abandonarnos. Todos tenemos nuestras debilidades, y a menudo terminamos dañando a nuestra propia familia, y también a otras personas. Y estas personas pueden, debido a nuestra inconsistencia, despreciarnos y rechazarnos, o nos pueden perdonar; pero, con todo, la tristeza que les provocamos es la misma. ¿Es el caso del Señor y de Su Santísima Madre? ¡Cuánto los entristecemos con nuestra falta de perseverancia, aquí en la tierra, en esta vida! ¡Pero si acudimos a ellos con humildad y contrición, nos perdonan todo! No retienen ninguna de nuestras faltas, ninguno de nuestros actos oprobiosos, y nuestra vida se torna en algo que pareciera no ser de este mundo.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, traducere de Valentin Petre Lică, Editura Predania, București, 7514/2006, p. 133)