Palabras de espiritualidad

El sentido de nuestra vida consiste en “trabajarnos” constantemente

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Debemos esforzarnos en impedir que el maligno tenga acceso a nuestro interior. No obstante, esto es posible solamente por medio de la humildad. Luego, ¡ante los insultos y las acusaciones, hazte humilde! Hay que practicar ese sentimiento, de forma que, poco a poco, se vaya bruñendo nuestro hombre interior.

«Pero a nosotros, en las condiciones en que vivíamos, nos resultaba muy difícil obtener el don de la “Oración del corazón”. Necesitamos aferrarnos todo el tiempo a la túnica del Señor y no olvidar jamás pronunciar Su Nombre, y si nos distraemos o perdemos la atención, debemos concentrarnos nuevamente y empezar a orar otra vez. Sólo así iremos aprendiendo paulatinamente, y sólo así alcanzaremos el temor a perder la oración y a alejarnos del Señor. El anciano Antonio recomendaba deshacernos, rompernos o desintegranrnos la lengua al pronunciar la “Oración de Jesús”. Él leía y oraba sin cesar, porque la “Filocalia” que conservaba sobre su mesa nunca estaba cerrada. Le gustaban mucho los himnos acatistos y nunca se le vio aburrido con nada. Decía que el sentido de la vida consiste en trabajar constatemente en ti mismo; si alguien te insulta, decía él, debes recordar que fue el Señor quien permitió que esto ocurriera. Si te han insultado o te han humillado, acéptalo todo con alegría y paciencia, como proveniente de Dios. Cuando empieces a cultivar en ti estas cualidades, todo empezará a irte mejor, porque la tristeza dejará de acecharte y tendrás solamente alegrías. La maldad viene a habitar en el hombre sometido a la influencia de las fuerzas del demonio. Así, debemos esforzarnos en impedir que el maligno tenga acceso a nuestro interior. No obstante, esto es posible solamente por medio de la humildad. Luego, ¡ante los insultos y las acusaciones, hazte humilde! Hay que practicar ese sentimiento, de forma que, poco a poco, se vaya bruñendo nuestro hombre interior».

(Traducido de: Vlădica Antonie Mărturisitorul, "Manualul  isihiei. Calea rugăciunii lăuntrice")