El sentido salvador del sufrimiento
El propósito del dolor, entonces, era ayudar al hombre a espabilar, a hacer algo por sí mismo, a volverse humilde y, poco a poco, volver a encontrar el Paraíso.
El dolor es el fruto de la desobediencia del hombre primordial y de su caída, que causó su expulsión del Paraíso. El hombre fue creado inmortal, sano, ignorante del dolor, la corrupción y el sufrimiento, pero, habiendo vulnerado el primer mandamiento de Dios, la consecuencia de su desobediencia y de haber utilizado erradamente la libertad de la que disponía, fue que el dolor entrara en su vida.
El dolor no es una venganza de Dios hacia el hombre, porque Dios no castiga. Él obra solamente el bien. El dolor es la consecuencia natural de la insumisión del primer hombre. El propósito del dolor, entonces, era ayudar al hombre a espabilar, a hacer algo por sí mismo, a volverse humilde y, poco a poco, volver a encontrar el Paraíso.
Pero, ya que el hombre —a pesar de enfrentar el dolor más profundo, las aflicciones y toda clase de infortunios—, no fue capaz de humillarse suficientemente, Dios Mismo se vio obligado a humillarse en la Cruz, para sanar nuestro dolor con el Suyo, crucificando nuestro sufrimiento y nuestras pasiones.
(Traducido de: Părintele Moise Aghioritul, în Klitos Ioannidis, Patericul secolului XX, Ed. Cartea Ortodoxă, Galați, p. 87)