El significado de los anillos de compromiso
La persona que lleva un anillo lo hace para demostrar que ya no es libre, que su corazón está ocupado y que está ligado eternamente a su otra mitad. No en vano los anillos no tienen principio ni final, porque son símbolo de la eternidad, del infinito.
Los anillos que los esposos se colocan en el dedo durante la ceremonia nupcial. son un recordatorio del don de la gracia divina recibida a través de ese Sacramento, para que lo sepan cuidar, pidiéndole permanentemente a Dios por el bienestar familiar y, por supuesto, por el del otro cónyuge, Los anillos nos recuerdan, igualmente, el vínculo de fidelidad y lealtad que los esposos crean entre sí. (...)
Así como mencioné, los anillos deben recordarle a los esposos que han dejado de pertenecerse a sí mismos.
Recuerdo que, en mis años de seminario, los monjes y demás estudiantes aún solteros, llamaban, en son de burla, “ensortijados” a los jóvenes seminaristas ya casados. Y es que los monjes, son, en general, personas alegres... Como sabemos, a las aves se les pone un anillo en la pata, para indicar que el animalito está en observación, que no es libre, que le pertenece a alguien. De la misma manera, la persona que lleva un anillo lo hace para demostrar que ya no es libre, que su corazón está ocupado y que está ligado eternamente a su otra mitad. No en vano los anillos no tienen principio ni final, porque son un símbolo de la eternidad, del infinito.
Esto es lo que el anillo recuerda al esposo y a la esposa, así como a todos los demás.
En la ceremonia nupcial, el sacerdote le pide al Señor que fortalezca el lazo entre los novios, “en fe, en entendimiento, en verdad y en amor”. Aquí se toma en cuenta, por supuesto, la fe en Dios como Dador de todos los bienes, porque Él dice, “Sin Mí nada podrán hacer”. En este punto hay también otro aspecto a tomar en cuenta: los esposos deben creer el uno en el otro. Porque creer significa tener confianza en esa persona a quien amamos, así como fidelidad y lealtad hacia él o ella.
(Traducido de: Pr. Pavel Gumerov, El şi ea: în căutarea armoniei conjugale, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2014, pp. 112-114)