Palabras de espiritualidad

El significado del pan y el vino en los oficios litúrgicos en memoria de los difuntos

  • Foto: Constantin Comici

    Foto: Constantin Comici

Rociar con vino el sepulcro o las ofrendas de pan o koliva es un símbolo litúrgico complejo que demuestra la vocación de los difuntos, y también la de todos los hombres, de resucitar de entre los muertos al final de los tiempos.

Durante el oficio litúrgico en memoria de los difuntos, el sacerdote rocía con vino los dones de pan y koliva. Asimismo, en el oficio de enterramiento, el sepulcro es rociado con vino, haciendo la forma de una cruz.

Todos los sectarios del mundo preguntan lo mismo, refiriéndose a este gesto litúrgico: “¿Cuál es la razón de hacer algo así? ¿Acaso los muertos beben vino?”. ¡Claro que no! Solamente un necio podría sugerir semejante cosa. El ritual del oficio en memoria de los difuntos es tanto litúrgico como simbólico.

El simbolismo del pan es el cuerpo, porque el Pan deviene en el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía, así que cualquier forma de pan tiene la vocación de representar el cuerpo. El vino simboliza la sangre, es decir la vida que corre por las venas de los hombres. El vino se convierte, por medio del Espíritu Santo, en la Sangre del Señor, al oficiarse la Divina Liturgia. De esta forma, todo vino representa la sangre. La sangre significa vida. Rociar con vino el sepulcro o las ofrendas de pan o koliva es, así pues, un símbolo litúrgico complejo que demuestra la vocación de los difuntos, y también la de todos los hombres, de resucitar de entre los muertos al final de los tiempos.

Orando y evocando a los difuntos, anunciamos litúrgicamente la Resurrección universal, es decir, el movimiento de la sangre en los cuerpos resucitados de entre los muertos. La profecía de Jeremías dice: “Ven, Espíritu, y sopla sobre estos huesos, y resucitarán”. Entonces, la memoria de los difuntos tiene un sentido teológico, eucarístico y escatológico, representando el poder de Dios en la Iglesia de resucitar los cuerpos de los difuntos, así como el lazo de sangre entre vivos y muertos, el propósito de las oraciones por los difuntos, de sacar del infierno a quienes erraron, y también la solidaridad, la unidad entre ambos mundos, en el corazón de Dios.