El trabajo es una bendición
El trabajo es una bendición, un don de Dios. El trabajo revigoriza el cuerpo y refresca la mente. Si Dios no nos hubiera dado el trabajo, el hombre se atrofiaría, se inutilizaría. Los que son laboriosos trabajan hasta la vejez. Si dejan de hacerlo, aún siendo capaces de trabajar, se vuelven nostálgicos; para ellos es como si estuvieran muriendo.
¡Es mejor desgastarte los zapatos, que el colchón!
El padre Paisios Aghiorita utiliza este dicho y luego pregunta: ¿Qué significa? Obviamente, que es mejor trabajar hasta destruirte el calzado, que permanecer ociosamente en la cama. Él mismo nos describe el trabajo, con las siguientes palabras:
“El trabajo es una bendición, un don de Dios. El trabajo revigoriza el cuerpo y refresca la mente. Si Dios no nos hubiera dado el trabajo, el hombre se atrofiaría, se inutilizaría. Los que son laboriosos trabajan hasta la vejez. Si dejan de hacerlo, aún siendo capaces de trabajar, se vuelven nostálgicos; para ellos es como si estuvieran muriendo”.
Es imposible encontrar tu propia paz, si no trabajas algo. ¿Qué sucedería si, después de tomarnos una pausa o unas vacaciones, no volviéramos más a trabajar? ¡Buscaríamos otra forma de realizarnos! Y si ésta se terminara, buscaríamos otra, sin encontrar nunca una completa satisfacción. Viviríamos en un completo desasosiego, no por la simple búsqueda de un empleo, sino por esa incapacidad de encontrarnos un propósito de vida. Empezaríamos a sentir un vacío interior, una enorme necesidad de ser útiles a los demás. Nuestra alma empezaría a anhelar el cumplir con la voluntad del Señor, es decir, amar y ayudar a los demás. Esto explica el hecho que, aunque terminamos cansados después de un día de trabajo, nos queda un sentimiento de alegría por haber sido útiles durante el día, por haber ayudado a los demás, contribuyendo de alguna manera a su bienestar.
Es muy importante practicar la fe en nuestro lugar de trabajo, pidiéndole a Dios que nos guíe y nos ayude en los diferentes proyectos y actividades que realicemos. Encontremos la forma de cumplir con lo que nos enseña nuestro Señor Jesucristo, amando a los que nos rodean y siendo buenos con los que nos hacen mal. De esta forma estaremos cumpliendo con Su voluntad hasta en nuestro propio lugar de trabajo. Y para esto es importante que practiquemos la oración de Jesús, “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”, para tener siempre con nosotros a Dios, incluso al trabajar.