Palabras de espiritualidad

El trabajo que recibe la bendición de Dios

    • Foto: Doxologia

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Nuestra fe promueve no sólo el trabajo en sí, sino también el trabajo acompañado del temor de Dios, la misericordia y el amor fraterno. 

La verdad es que la fe cristiana desde siempre ha enseñado que los hombres deben trabajar.

El Apóstol Pablo escribe: “quien no trabaje que no coma”. Sin embargo, nuestra fe nos enseña a trabajar lo necesario, no lo que no es necesario...

Nuestra fe promueve no sólo el trabajo en sí, sino también el trabajo acompañado del temor de Dios, la misericordia y el amor fraterno. Cuando el trabajo es privado de todo lo que lo hace noble y digno del hombre, relegándolo a una simple actividad destinada a ofrecer un rédito económico, este, como cualquier maldición, no da más frutos que la completa inactividad. Yo no creo que el trabajo a conciencia, por cuantioso que parezca, resulte peligroso para el hombre si está permanentemente unido al temor de Dios, a la caridad y al amor fraterno. No es bendecido ni el trabajo del codicioso, ni la caridad del perezoso. La Ley de Cristo en su totalidad —que no los mandamientos tomados por separado— representa la perfección, como un árbol con muchas ramas y frutos, no una sola rama cortada y puesta a secar. La Ley de Cristo es una roca inamovible, sobre la cual se cimenta nuestra salvación. Cuando los hombres descienden de esa roca, aparecen muchos licurgos y muchas leyes que son ambiguas y se contradicen entre sí. Y justamente esos legisladores, junto con sus leyes, son la arena que, cuando sobre ella se construye la casa de la sociedad humana, hace imposible que lo construido no se tambalee y caiga, como dijo Cristo.

(Traducido de: Episcopul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, vol. 1, Editura Sophia, Bucureşti, 2002,  pp. 167-168)