El trascendental rol de los padres en la crianza de los hijos
En un sentido real, puede hablarse de un “sacerdocio de los padres”. Su función es casi sacramental, porque ellos hacen que Dios venga a la vida de sus hijos.
La crianza de los hijos tiene lugar en el seno de la familia. Los padres son, indudablemente, los únicos mentores del niño en sus primeros años de vida. En este período puede hablarse de “educación” sólo como un completo proceso de conocimiento, en el marco de las relaciones en una célula familiar unida. No es posible separar este proceso en formación de tipo físico y formación de tipo moral; no es posible hablar de la “instrucción” del niño, aunque aprenda muchas cosas en estos primeros años.
En un sentido real, puede hablarse de un “sacerdocio de los padres”. Su función es casi sacramental, porque ellos hacen que Dios venga a la vida de sus hijos, ofreciéndosela a Él. Hay un santo “carácter unitario” en esta misión: la forma en la cual la madre cambia a su bebé, la forma en la que lo alimenta o juega con él son tan importantes para el crecimiento espiritual del pequeño, como orar o llevarlo a la iglesia. Todo lo que hace la madre por su hijo tiene un significado religioso, si en esa acción y relación expresa su amor y cuidado, ofreciendo un sentimiento de seguridad y felicidad.
La calidad del amor materno es afectada por el carácter de la relación entre la madre y Dios. El amor de madre puede ser posesivo, celoso, inseguro, o lleno de temor y ansiedad. En tales casos, el niño se ve realmente “mutilado”, desde un punto de vista religioso. Al contrario, el amor lleno de alegría, responsabilidad y sacrificio, que muchas madres ofrecen a sus hijos, es religioso por su misma naturaleza.
(Traducido de: Sophie Koulomzin, Biserica și copiii noștri, traducere de Doina Rogoti, Editura Sophia, București, 2010, pp. 64-65)