El único método para convencer a alguien que es hostil a la religión
Vive tu fe ortodoxa con sencillez, con normalidad, sin exagerar, pero también sin ceder y sin hacer concesiones.
¿Cómo puedes convencer a un amigo que es hostil a la religión? El único método válido es la oración interior. No hay ningún otro argumento legítimo para este propósito. Así, vive tu fe ortodoxa con sencillez, con normalidad, sin exagerar, pero también sin ceder y sin hacer concesiones. Tu amigo te verá viviendo todo esto. ¡Y una forma virtuosa de vida es un argumento que no admite réplicas!
Esa hostilidad tiene dos causas: la ignorancia religiosa y los malos ejemplos que la persona ha conocido. Además, es cierto que la religión y el culto, cuando no constituyen la expresión de una fe sincera, son, sin duda, hipócritas. La religión no es un fin en sí misma, sino un medio para entrar en relación con Dios y con el prójimo. ¡Lo más importante es la fe y el amor a Dios!
¿Es posible afirmar que la religión es un invento humano? La historia nos enseña que todos los pueblos crearon sus propios medios de expresión religiosa. Parece que esto es algo relacionado con la caída. Porque en el Paraíso no existía la religión: ¿para qué, si los hombres podían hablar frente a frente con Dios? Al haber perdido esa familiaridad, buscaron el modo de reencontrar, al menos parcialmente, esa comunicación, valiéndose de distintos instrumentos sociales y culturales. Tenemos que reconocer que, cuando amamos a alguien, buscamos a toda costa la manera de expresarle ese amor: le obsequiamos cosas, le decimos palabras hermosas y llenas de afecto, elogiamos sus virtudes, etc. Nuestra relación y nuestra comunión con la Divinidad proceden exclusivamente del amor y de lo que el amor crea incansablemente para expresarse. En consecuencia, esto explica lo que sucede con nuestro culto.
Al mismo tiempo, sabemos bien que determinadas formas religiosas provienen no de los hombres, sino de Dios. Por ejemplo, la Divina Liturgia eucarística proviene de lo que Cristo Mismo nos einseñó. Dios nos enseñó, en primer lugar, cómo orar a Él. Así, nos dio una sola oración: “Padre nuestro que estás en el Cielo…”. Después, nos dijo que le presentáramos el pan y el vino como ofrenda: “Haced esto en memoria Mía”. Luego, estas cosas no fueron inventadas por ninguna persona. Y los cristianos participan en ese culto por obediencia a Dios. Lo mismo es válido para el Bautismo. Dios dice: “Id y bautizad a todos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. ¡Y eso es lo que hacemos!