El valor de nuestro ejemplo como cristianos
“Querido amigo… ¡yo pienso en mi salvación! ¡Nada más! Porque el momento más importante, pero también el más difícil de tu vida, será el día en que mueras. Entonces se verá cómo fue que viviste. Y no podrás poner ninguna excusa…”
Más que hablar, lo importante es llevar una vida cristiana, para que la conozcan quienes aún están sumergidos en el pecado. Esta es, en todo caso, la prédica más efectiva. Ciertamente, es inútil discutir con algunas personas, porque están “entrenadas” para responder a las preguntas edificantes y correctas de los cristianos. Ellos ya saben lo que tienen que responder. Que es más dulce el tabaco, que es más dulce la bebida, que es más dulce la lujuria, que es más dulce perder el tiempo y también el desenfreno.
Sobre todo, hoy en día, cuando han sido creadas tantas formas de distracción, de diversión, de perdición para las almas. Por eso, si te ven a ti viviendo correctamente, te preguntarán: “¿Qué es lo que te lleva a actuar de esa forma?”.
Y tú les podrás responder: “Querido amigo… ¡yo pienso en mi salvación! ¡Nada más! Porque el momento más importante, pero también el más difícil de tu vida, será el día en que mueras. Entonces se verá cómo fue que viviste. Y no podrás poner ninguna excusa. La misericordia de Dios tiene esa frontera. Hasta ese momento, Él se ha apiadado de ti. Después, viene Su justicia, según hayan sido tus actos”.
(Traducido de: Arhimandritul Arsenie Papacioc, Despre armonia căsniciei, Editura Elena, Constanța, 2013, pp. 24-25)