El hombre es un ser formado por dos componentes: uno, en esencia espiritual (el alma) y otro, de naturaleza material (el cuerpo). Por eso, el hombre está emparentado tanto con el Cielo como con la tierra. Por medio del alma nos comunicamos con las fuerzas celestiales, en tanto que con nuestros sentidos entramos en contacto con las cosas terrenales. De esta forma se realiza el vínculo perfecto entre estos dos ámbitos.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, p. 361)