Ella es la esperanza de los que no tienen esperanza
En una de sus homilías, San Juan de Kronstadt decía que, si se unieran las oraciones de todos los ángeles y los santos por nosotros, no superarían la fuerza que tiene la Santísima Virgen, porque ella es Una, Purísima y Madre de nuestro Dios.
Para hacernos una imagen del inmenso don de la Madre del Señor, tenemos que recordar las palabras que pronunció San Juan de Kronstadt sobre ella. En una de sus homilías, San Juan decía que, si se unieran las oraciones de todos los ángeles y los santos por nosotros, no superarían la fuerza que tiene la Santísima Virgen, porque ella es Una, Purísima y Madre de nuestro Dios.
Los ángeles y los santos son un reflejo de la gloria divina, misma que manifiestan en una u otra medida, y solamente la Madre del Señor por sí Misma posee como característica toda la gloria divina. No en vano nuestra Iglesia la llama Reina del Cielo.
Ella salva a aquellos que han perdido toda esperanza de redención y salvación. Por esta razón, la Iglesia le llama “esperanza de los que no tienen esperanza”. Ella hace puros y santos a los que han caído en el desenfreno, a los que viven llenos de cualquier clase de pasiones carnales, a los que se hallan sometidos al maligno. Ella puede salvar incluso a quienes han renunciado a la fe en Cristo, a quienes se han apartado de Dios, de Su santa Iglesia, de Sus Sacramentos, y se han abandonado en los brazos del maligno.
(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, București, 2007, pp. 178-179)