¿En dónde estaremos mañana?
¿A dónde irán esos rostros tan piadosos, los de mis amados padres espirituales, que tan fuertemente se han grabado en mi memoria?
Veo avanzar lentamente a los padres, que se detienen de vez en cuando. Alcanzo a oir la voz del padre Cleopa, relatando historias con moraleja y de gran utilidad. Y me pongo a pensar que no sabemos cuándo volveremos a estar todos juntos otra vez, ni cómo ni cuándo vendrá nuestra separación. ¿A dónde irán esos rostros tan piadosos, los de mis amados padres espirituales, que tan fuertemente se han grabado en mi memoria? ¿A dónde irán sus cuerpos, tan pacientes y trabajados? ¿A dónde irán sus corazones, tan llenos de paz, sosiego y gozo? ¿A dónde irán sus almas, tan rebosantes de esperanza y de una silenciosa expectativa de todo lo que habrá de venir, en la eternidad?
Porque pienso que la muerte vendrá sobre estos valles y montañas, y nos separará a los unos de los otros, para que talvez podamos vernos, sin separarnos más, en la eternidad... Puede que mañana tanto yo como mis padres espirituales alimentemos con nuestros restos físicos esta muda tierra, la misma que ahora pisamos, en tanto que nuestros nombres se agregarán a los de nuestros antepasados, cuyos actos, dignos de ser recordados, quizás hayan quedado en el olvido...
(Traducido de: Mi-e dor de Cer, Viața părintelui Ioanichie Bălan, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, p. 288)