Palabras de espiritualidad

En mis penas y alegrías, ¡gloria a Ti, Señor!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Cuando el hombre es desagradecido, no conoce el amor de Dios. La ingratitud es un pecado muy grave.

Si no decimos. “¡Gloria a Ti, Señor!” en nuestras alegrías, ¿qué diremos en nuestras tristezas? Y si lo decimos en nuestras tribulaciones, ¿cómo no decirlo en nuestras alegrías? Cuando el hombre es desagradecido, no conoce el amor de Dios. La ingratitud es un pecado muy grave. Para mí, es un pecado “mortal”: es imposible contentar al desagradecido. Nada le conviene, por todo se queja.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viața de familie, traducere din limba greacă de Ieroschimonah Ştefan Nuţescu, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 220-221)