En ningún sitio podrías escapar de las aflicciones.

Nuestro difunto stárets, el padre egúmeno Antonio, decía. “Descansaremos sólo desde el momento en el que canten sobre nosotros, Entre tus santos dále descanso, Oh Cristo, al alma de tu reposado siervo...” Así es esta pasajera vida: intranquila y llena de preocupaciones. No obstante, si asumimos nuestras aflicciones cristianamente, encontraremos hasta consuelo en ellas. Las penas y las enfermedades son valiosísimas, porque sólo por medio suyo podremos alcanzar esa vida eterna, allí en donde ya no existen las aflicciones, sino una vida llena de luz y felíz, en el Cielo. Dicho esto, ¡Soportemos las penas con paciencia, sin quejarnos amargamente!

(Traducido de: Cum să educăm ortodox copilul, Editura Sophia, București, 2011, p. 186)