En qué consiste ser una esposa hacendosa
Una esposa buena es esa que sabe organizar de tal forma el hogar, que su esposo anhela todo el día volver. Pero todo depende de cada caso en particular.
La mujer actual es cada vez menos hacendosa. ¿Debería esforzarse más en las tareas domésticas o es mejor contratar una criada, para poder dedicarse completamente a su propia carrera?
Creo que el deber de la mujer es desear que en su hogar haya calor espiritual, para que sea una verdadera “pequeña Iglesia” y no una porqueriza. ¿Cómo conseguirlo? Trabajando, aplicándose a ello con afán, o consiguiendo un empleo que le ayude a comprar los artilugios necesarios para el mantenimiento del hogar y poder contratar a alguien que venga periódicamente a ayudarle. Pero todo depende de cada caso.
Al final, no hay quien pueda afirmar que la Santa Mártir Alejandra haya sido quien lavaba los calcetines del zar Nicolás, o que alguna vez haya lavado los platos. Así que no es correcto catalogar a la mujer como hacendosa o no, de acuerdo a su nivel de implicación en las tareas del hogar. Una esposa buena es esa que sabe organizar de tal forma el hogar, que su esposo todo el día anhela volver. Pero, insisto, todo depende de cada caso en particular. Puede ser que haya telarañas en cada rincón, pero todo lo demás esté bien, o puede tratarse de una casa refulgente de limpieza, pero que el esposo tan sólo necesite calzarse sus viejas chinelas para sentirse bien al volver del trabajo.
Es importante recordar que lo que importa no es la apariencia de la casa, sino que en ese hogar se viva el verdadero amor cristiano. Si este es el estado de las cosas en el la casa, la esposa hará todo para que su marido se alegre en el alma, y ella será feliz con esa alegría. Si existe tal clase de sentimiento en el hogar, entonces las disposiciones de la laboriosidad doméstica femenina quedan, definitivamente, en segundo plano.
(Traducido de: Pr. Maxim Kozlov, Familia – ultimul bastion: răspunsuri la întrebări ale tinerilor, Trad. din lb. rusă Eugeniu Rigoti, Editura Sophia, București, 2009, pp. 78-79)