En todo lugar se puede santificar el hombre
Con nuestro trabajo, cualquiera que éste sea, podemos devenir en santos. Sí, por medio de la mansedumbre, la paciencia y el amor. Comencemos de nuevo cada día, con devoción y amor, oración y silencio. Con esto le estaremos cerrando las puertas al desasosiego.
Requiere de una destreza especial conseguir la santificación del alma. En todo lugar se puede santificar el hombre, Con nuestro trabajo, cualquiera que éste sea, podemos devenir en santos. Sí, por medio de la mansedumbre, la paciencia y el amor. Comencemos de nuevo cada día, con devoción y amor, oración y silencio. Con esto le estaremos cerrando las puertas al desasosiego.
Sucede, por ejemplo, que te ordenan hacer un trabajo adicional a tus atribuciones ordinarias. No es correcto que te enojes y te opongas. Esa perturbación no hace sino perjudicarte. Lo que debes hacer es considerar toda eventualidad como una ocasión para la santificación. Y otra cosa: mientras más tareas te sean confiadas, mejor aprenderas a realizar tu trabajo, haciéndote cada vez más responsable. Luego, no rechaces esos conocimientos que más tarde podrían serte útiles. Sin embargo, si sientes que las labores que se te han encomendado sobrepasan tus capacidades, puedes llamar la atención, serenamente, por supuesto: “Disculpe, pero no puedo realizar esa tarea”. O puedes elegir no decir nada y asumir la faena, logrando terminarla con éxito. […]
Trabaja con atención, simpleza y tranquilidad, sin enfadarte. Hazlo todo con buena voluntad y alegría. Entonces recibirás la gracia divina.
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, pp. 243-244)