Encendamos en nuestro corazón el fuego de Dios
No saben cuánto provecho traen ustedes al mundo con su conversión, que puede ser algo secreto, silencioso. Porque Dios mira a cada uno tal como nos ven los santos. Ellos protegen a los cristianos y a todo lo creado por Dios.
Queridos hijos, dice Cristo: “He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lucas 12, 49). Enciendan ese fuego en ustedes. Y se enciende, cuando desean salvarse, cuando sienten ese anhelo por Él y por la oración litúrgica: “Me devora el celo de tu casa” (Salmos 68, 11).
Entonces entenderán aquellas palabras: “Tú, hombre, eres un mundo entero”. No saben cuánto provecho traen ustedes al mundo con su conversión, que puede ser algo secreto, silencioso. Porque Dios mira a cada uno tal como nos ven los santos. Ellos protegen a los cristianos y a todo lo creado por Dios.
(Traducido de: Arhimandritul Arsenie Papacioc, Despre armonia căsniciei, Editura Elena, Constanța, 2013, p. 92)