Enfrentando el asalto de los malos pensamientos
Siendo incapaces de oponernos solos a los pensamientos, debemos acudir a Dios para confesarle nuestra debilidad y pedirle Su auxilio.
Los pensamientos tormentosos y perturbadores son muy diferentes. El simple ataque o el asalto de un pensamiento no se considera pecado, porque es una prueba a nuestro libre albedrío, que puede aceptarlo o rechazarlo. Sin embargo, cuando hay consentimiento y unidad con las pasiones, los pensamientos sí son considerados pecados y necesitamos arrepentirnos por ellos. Siendo incapaces de oponernos solos a los pensamientos, debemos acudir a Dios para confesarle nuestra debilidad y pedirle Su auxilio. Además, debemos pedirle a la Madre del Señor que nos ayude a luchar con ellos. Cuando el hombre se deja vencer por los pensamientos, es señal de que antes fue presa del orgullo y que, por medio de ellos, debe humillarse aún más.
(Traducido de: Sfântul Macarie de la Optina, Ne vorbesc stareții de la Optina, Editura Egumenița, p. 145)