“¡Ensanchad vuestro corazón!” . Una exhortación para quienes en estos días deben permanecer en casa
Por todas partes se nos recomienda reducir nuestras actividades, rehuir el contacto con los demás y no asistir a lugares concurridos. Es normal. El respeto, el cuidado y el amor a nuestros semejantes se demuestra también, en estas circunstancias, evitando la proximidad física.
La limitación actual a lo estrictamente necesario, en lo que respecta al contacto con nuestros semejantes, puede conmutarse con un “ensanchamiento de corazón”, en palabras del Santo Apóstol Pablo.
Es un tiempo propicio para abrir más el corazón a nuestro semejante y a Dios. Nos hemos encerrado desmesuradamente en nosotros mismos. Si alguien pudiera entrar en nuestro corazón, con certeza hallaría únicamente a nuestro propio yo. Autoidolatría. “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12, 34), dice el Señor. Y, tristemente, nuestro tesoro somos nosotros mismos. Dios está arriba, en lo alto, y los demás afuera de nuestro corazón. Ocupamos totalmente el espacio de nuestro corazón para nosotros mismos. Y esto es muy doloroso.
En semejantes circunstancias, toda clase de virus circulan en nosotros. El antídoto no podemos ser nosotros mismos. Estamos demasiado llenos de los virus de nuestras propias ambiciones y complejos de superioridad. El antídoto verdadero es la presencia de Dios y de nuestros semejantes en nuestro corazón. Para esto es necesario vaciar nuestro corazón de nosotros mismos, con tal de hacer espacio para Dios y para nuestros hermanos. “Vacíame, Señor, de mí mismo, para llenarme de Ti”, clamaba un santo de la antigüedad.
“Ensanchar el corazón” significa sentir dolor por el dolor del otro;
“Ensanchar el corazón” implica tomar el dolor del que está cerca o lejos y presentarlo, con nuestras oraciones, ante Dios;
“Ensanchar el corazón” es dar testimonio de nuestro arrepentimiento por todos los pecados que hemos cometido, por toda la ausencia de amor que define nuestro ser interior. Asumir, en espíritu de contrición, mi responsabilidad por el mal que hay en el mundo, crea el medicamento más eficaz para hoy, y para cualquier momento;
“Ensanchar el corazón” consiste en leer el Salterio, los Cánones de arrepentimiento y la Paráclesis a la Madre del Señor. Además, en practicar el ayuno alimenticio, de tecnología y de contacto físico con nuestros seres queridos. Confesión y Eucaristía, caridad...
“Ensanchar el corazón” significa no dejar espacios libres en el corazón. Porque, el lugar y el tiempo del corazón dedicados al amor y la oración no permiten que entren los virus que destruyen al hombre, al alma y a la conciencia.
“¡Ensanchad también vuestro corazón!” (II Corintios 6, 13)