Entender lo creado
“Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad” (Juan 4, 24).
La interpretación literal de la naturaleza: en esto consiste el paganismo que aparta al hombre de su camino espiritual y, en primer lugar, de Dios.
“Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad” (Juan 4, 24).
Tanto para los idólatras como para los filósofos materialistas (que son la misma cosa), la naturaleza es una suerte de libro chino. El extraño y desconocido pergamino con caracteres orientales, visto por primera vez, les parece una composición de bellos ornamentos, de hermosos bucles o encantadores dibujos, aún sin entender su significado más profundo.
Imaginémonos que ante este pergamino lleno de caracteres orientales se hallan, precisamente, dos chinos: uno es inculto, en tanto que el otro es un erudito. El inculto observa el pergamino y lo único que distingue es un dibujo muy hermoso. Toda su atención está dirigida a los trazos y líneas que alcanza a ver. Por su parte, el erudito no presta tanta atención a los caracteres, porque lo que le interesa es entender su significado, el sentido racional y espiritual que se esconde en todos esos símbolos. Y es que el inculto es prisionero de los signos exteriores con su vista y su espíritu, mientras que el experto ve los signos con sus ojos y comprende su sentido con el espíritu.
He aquí una breve representación, por una parte, de los idólatras (no importa si son cultos o incultos), y, por otra, de los verdaderos cristianos. Los primeros, tanto con sus sentidos como con su espíritu, son prisioneros de los símbolos, en tanto que los otros ven los símbolos de una forma sensible, y su espíritu está atento a las cosas más excelsas.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Simboluri şi semne, Editura Sophia, Bucureşti, 2009, pp. 52-53)