Palabras de espiritualidad

¡Entreguémosle todo al Señor! ¡Seamos verdaderos cristianos!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

En primer lugar, toquemos la tierra con nuestra cabeza, postrándonos humildemente ante Él.

Seamos verdaderos cristianos, no solo de nombre. Entreguémosle nuestro cuerpo entero a Dios, apartándonos del demonio. En primer lugar, toquemos la tierra con nuestra cabeza, postrándonos humildemente ante Él, y no volvamos a utilizarla para amenazar a nuestros hermanos; con nuestros ojos derramemos lágrimas de contrición, y no los usemos para admirar con malicia la belleza ajena; extendamos nuestras manos con devoción hacia Él, y abrámoslas para dar lo mejor (“no demos ovejas, mientras recibimos bueyes”, no tomemos “diez veces, dando solo una”). Que también nuestro vientre se abstenga de las comidas abundantes. Suspiremos con el corazón; seamos indulgentes desde nuestra alma. Doblemos una y otra vez las rodillas para orar. Con nuestras piernas corramos a la iglesia, tal como Pedro y Juan corrieron al sepulcro del Señor, y con ellos hagámonos partícipes del Reino de los Cielos, en ese santo y luminoso día, cuando el Justo Juez vendrá entre las nubes, rodeado de ángeles de fuego y de una belleza sin par, ataviados con refulgentes coronas de santidad, pero quemando con su espada de fuego a los pecadores.

Entonces Él abrirá las profundidades del corazón con la agudeza de Su sabiduría y separará a las madres de sus hijas, a los hijos de sus padres, a los hermanos de sus hermanos, a los esposos de ss esposas, y, con una exclamación, separará a los justos de los paganos, como a las ovejas de las cabras. Entonces las almas llorarán de pesar, porque ya no habrá tiempo para arrepentirse. Y el Justo Juez dirá: “¡Vosotros, con quienes he sido muy paciente, apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno!” (Mateo 25, 41). Y nuevamente dirá: “¡Venid, benditos de Mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde el principio del mundo!” (Mateo 25, 34). ¡Que todos podamos recibir ese Reino, por las oraciones de la Santísima Madre de Dios y de todos los santos! ¡Amén!

(Traducido de: Sfântul Clement de OhridaCuvinte și învățături de folos pentru orice creștin, Editura Sophia, 2014, pp. 20-21)