He sabido, de acuerdo a lo que me escribiste, que desde hace seis años atraviesas distintas pruebas y sufrimientos, cargando la cruz que el Buen Dios te dio para tu beneficio y salvación. Mira a tu alrededor y notarás que no existe criatura que no tome parte de los sufrimientos de la cruz y que no sufra; unos un poco, otros más y algunos otros, mucho más que nosotros, de acuerdo a la medida que Dios determina.

Me cuentas que atraviesas pruebas y que notas cómo te falta la fe de aquella mujer cananea. En esta vida debemos pasar por distintas pruebas y sufrimientos: son exámenes que debemos aprobar para ser recompensados. Las enfermedades, las penas y los sufrimientos son dones de Dios. Él nos ama y nos examina con Sus dones, para llevarnos a Su lado, para hacernos hijos Suyos. “Porque Él reprende al que ama y castiga al que recibe”1. Si no tienes la fe de la cananea, hazte amigo de Él, así como las hermanas de Lázaro, Marta y Maria, cuya casa el Señor visitaba a menudo, para que, recordando Sus palabras, te resucite a ti también, así como resucitó al hermano de ellas. Fe, esperanza, paciencia. El apóstol Pablo, en medio de las pruebas, decía, “Siendo insultado, bendecía. Siendo perseguido, tuve paciencia. Al ser ofendido, oraba. Llegué a ser la basura del mundo, hasta hoy. Entonces, les ruego, síganme, así como yo sigo a Cristo”2. Aprende a ser paciente, para alcanzar el descanso.

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1 Hebreos 12, 6.

2 Corintios 4, 12-13 y 16.

Traducido de: marturieathonita.ro/scrisoare-de-imbarbatare