Epístola para entender la muerte
La muerte no es desaparecer, sino partir y alejarse de lo peor, para alcanzar lo mejor.
“Me entristeció mucho enterarme que tu amada hija ha muerto. Sin embargo, conociendo tu sabiduría y tu fortaleza, confío en que sabrás atravesar esta terrible tribulación. ¡Es imposible que no te entristezcas! Pero inténtalo hacerlo con medida, conociendo lo efímero de las cosas humanas, entendiendo que estos dolores son comunes a todos los hombres, que la muerte es una ley general de nuestra naturaleza y una decisión de Dios, Soberano de todos. La muerte no es desaparecer, sino partir y alejarse de lo peor, para alcanzar lo mejor.
Teniendo todo esto en mente, enfrenta con entereza lo ocurrido y agradécele a nuestro Buen Dios. Sí, sé que el golpe es aún más terrible, por venir después de otro, reciente aún... pero la corona de tu paciencia será una más refulgente, tu recompensa aún mayor, si soportas todo glorificando y agradeciéndole a Dios. Así pues, para que tampoco mi dolor sea tan grande y te sean de provecho mis epístolas, no tardes en responderme, anunciándome que se ha disipado la nube de tu tristeza y que tu pesadumbre empieza a quedar atrás. En tanto me entere de ello, no dejaré de enviarte más y más cartas. Sabes que no te quiero poco y siempre he sentido tu aprecio hacia mí, tu respeto, y tu afecto sincero y puro. Recordando todo esto, guardo por ti una cálida amistad, aún estando tan lejos”.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Scrisorile - Scrisoarea a 192-a Către Onisicratia - , Editura Institului Biblic și de Misiune Ortodoxă, București, 2008, p. 262)