Es mejor elegir el camino de la virtud
Si así lo deseamos, podemos elegir otro camino de vida, no el de la desobediencia y el orgullo, que llevó a Adán a la perdición, sino el de la obediencia y la humildad, y lograr, ya desde este mundo, ser felices.
No sufrimos debido a alguna necesidad independiente de nosotros. Cada uno se construye su propia suerte. Por eso, no estamos obligados a participar de todas las desgracias y sufrimientos de Adán, por alguna “necesidad fatal”.
Si así lo deseamos, podemos elegir otro camino de vida, no el de la desobediencia y el orgullo, que llevó a Adán a la perdición, sino el de la obediencia y la humildad, y lograr, ya desde este mundo, ser felices. En parte, esto fue posible ya desde los tiempos del Antiguo Testamento. En esa época hubo santos, como el rey David, quienes encontraron, en su anhelo de estar con Dios, la alegría perdida de la vida humana.
Luego, esto es posible, en mayor medida, en el Nuevo Testamento, después de la venida de Cristo, Quien para esto descendió al mundo, para restaurar y hacer renacer la naturaleza humana —caída en pecado—, para devolvernos el don y la felicidad perdida del Paraíso.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creştinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, Bucureşti, 2010, p. 219)