¿Es necesario que vivamos entre tantas preocupaciones?
Permanezcamos impasibles e indiferentes ante los elogios de los demás y busquemos la forma de agradar solamente al Señor. Solo así estaremos en paz, aun cuando sobre nosotros se desate la tormenta más fuerte.
Nuestra vida está llena de turbación e intranquilidad. Todos nos sentimos preocupados, todos vivimos descontentos, todos nos quejamos, sin importar si somos ricos o pobres, gente que manda o personas simples.
Pero esa confusión y esa preocupación no se deben tanto a la situación exterior y a las condiciones de vida en las que estamos, como a nuestro desorden y a nuestra enfermedad espiritual.
Tal como el ojo enfermo no ve nada más que oscuridad, estando aun bajo la luz más fuerte, el alma enferma se siente perturbada incluso cuando todo a su alrededor es sosiego.
Confiémosle todos nuestros problemas a Dios y lleguemos a la convicción de que nada es nuestro. Permanezcamos impasibles e indiferentes ante los elogios de los demás y busquemos la forma de agradar solamente al Señor. Solo así estaremos en paz, aun cuando sobre nosotros se desate la tormenta más fuerte.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, p. 356)