¿Es posible vivir sin pensar tanto?
Lo que tenemos que hacer es mantener nuestra mente siempre ocupada, sabiendo que ha aprendido a dispersarse. Démosle un trabajo: que ore. ¡Y que ore desde el corazón!
—Sí, podemos vivir sin pensar. Veamos lo que dicen los Santos Padres: “Cuando el sentido, la mente y la voluntad se unen, dichas fuerzas se reúnen en el corazón”. Para una vida espiritual es necesario tener un corazón lúcido. Y esto es posible solamente cuando el hombre obra desde el corazón, llevándolo a encenderse sin cesar. Por eso, todo lo que hagamos, hagámoslo siempre de corazón.
Pero... cuando empiezan a aparecer las primeras señales de lucha, los pensamientos de toda clase amenazan con ahogarnos. Es entonces cuando debemos “correr a casa”, como dice el Señor, y callar. Ya que no podemos apartar inmediatamente todos los pensamientos, mejor callemos. Y dejemos de pensar en ello. Dios tiene Su propia medida, Él sabe qué podemos y qué no podemos hacer. Y, callando, nos volveremos humildes.
Entonces, lo que tenemos que hacer es mantener nuestra mente siempre ocupada, sabiendo que ha aprendido a dispersarse. Démosle un trabajo: que ore. ¡Y que ore desde el corazón! Así, gradualmente, nos acostumbraremos a orar y la oración se nos volverá un hábito, como cualquier otro trabajo, que lo aprendes y luego, sin pensarlo más, tus manos empiezan a ejecutarlo diligentemente, hasta terminarlo. Lo mismo hay que hacer con la oración: poco a poco, hasta que brote sola. Así, te recomiendo que ores en tu interior, sin palabras. Y cuando el Señor vea tu esfuerzo y la forma en que lo buscas con el corazón, anhelando permanecer con Él eternamente, te dará la fuerza de la Gracia, y tu alma orará sin cesar. Incluso cuando trabajes podrás escuchar la oración realizándose en tu interior.
(Traducido de: Stareţul Tadei de la Mănăstirea Vitovniţa, Pace şi bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania, pp. 45-46)