Palabras de espiritualidad

Esfuérzate, sí, pero no te angusties

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Recuerda: todo es polvo y miseria. ¿Vale la pena perder la paz por algo así? ¡Entonces, deja de preocuparte!

No os preocupéis”. “Pero, ¿de qué vamos a vivir? Necesitamos comer, beber, vestirnos...”. Pero el Señor no responde: “No hagáis nada”. Él dice: “No os preocupéis”, es decir, “no os dejéis roer por esa angustia que tritura al hombre día y noche, sin concederle un sólo instante de tregua”. Tal preocupación exagerada es una enfermedad del alma y también un pecado. Además, lo único que hace es evidenciar el hecho que el hombre confía solamente en sí mismo, no en Dios; que ha perdido su esperanza en la Divina Providencia; que quiere alcanzarlo todo únicamente con su propio esfuerzo; que quiere hacerse con aquello que necesita, guardando la ganancia por sus propios medios; que su corazón está atado a los bienes que posee, seguro de poder “dormirse” sobre ellos como si fueran un sólido cimiento; que el amor a los bienes le ha atado, llevándole a desear tener más y más, y que el demonio ha usurpado el lugar de Dios en su corazón.

Si es de esforzarse, tú esfuérzate, ¡pero jamás te dejes carcomer por la angustia! ¡Espera a que los éxitos vengan de Dios, y confíale a Él tu suerte! Todo lo que ganes, acéptalo como un don que proviene de la mano de Dios, y con una esperanza firme sigue esperando a que vengan más dones de Él. Debes saber que, si Él quiere, es suficiente un momento para que no te quede nada de lo que antes tenías en abundancia. Recuerda: todo es polvo y miseria. ¿Vale la pena perder la paz por algo así? ¡Entonces, deja de preocuparte!

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, traducere din limba rusă de Adrian şi Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, 2011, pp. 52-53)