Esta es la vida del monje
¡La salvación, hermano, la salvación es lo que tenemos que ganarnos! ¿Acaso es algo insignificante?
Un día, un monje le preguntó al padre Benjamín (Iorga):
—Padre, ¿todavía vive alguien de su familia?
—Desde que dejé todo para venir a servir a Cristo, no volví más a mi pueblo. Tampoco les he escrito ninguna carta a mis parientes, porque decidí confiar todo a la inmensa misericorida del Señor —respondió él.
Otro día, unos monjes le pidieron:
—Padre Benjamín, por favor, díganos algunas palabras de provecho espiritual.
—¿Qué puedo decirles, hermanos? ¡Qué cosa tan importante es la vida monacal! Glorifiquemos a Cristo el Rey y a la Madre de la Luz, porque no tenemos más esperanza que ellos. Mantengamos pura nuestra mente y que Dios nos libre del desenfreno. Porque esta es la lucha más dura del monje. Y arrepintámonos de nuestros malos pensamientos, derramando muchas lágrimas por cada uno de ellos.
En 1966, le pidió al stárets que le permitiera retirarse a vivir como un asceta, pero este no le dio su bendición.
—Quédate en el Monaterio Bucium, padre Benjamín, en donde recientemente fueron construidas algunas celdas nuevas para los monjes —le dijo el stárets.
—Padre stárets, esas celdas son para las futuras generaciones de monjes. ¡A mí, por favor, permítame retirarme al Monasterio Sihăstria, porque es ahí donde quiero morirr!
Un día, el mismo stárets le pidió un consejo, y el anciano le dijo:
—Tiene que conducir el monasterio como Dios lo vaya iluminando, pero siempre con mucho amor y paciencia.
Otras veces, llorando, le decía a su discípulo:
—¡La salvación, hermano, la salvación es lo que tenemos que ganarnos! ¿Acaso es algo insignificante?
El mismo discípulo le pidió una vez que le diera un consejo. El anciano le dijo:
—Hermano, busca a alguien que esté mejor preparado para que dé el consejo que me pides. Pero, si me permites, te diré algo que te servirá mucho. Recuerda siempre estos tres aspectos fundamentales: evitar la amistad con mujeres, no beber vino y cultivar una profunda humildad.
En la fiesta de San Jorge, el stárets les ofreció a los monjes pan y vino. Viendo esto, el padre Benjamín dijo:
— En este día, el Santo Mártir fue atormentado por amor a Cristo… ¡y nosotros lo festejamos con vino y bizcochos!
(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Patericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 670)