Estemos siempre atentos a nuestro corazón
¡Oh, con cuánto cuidado debe el hombre vigilar su corazón! Es la puerta que primero cede la persona, en su debilidad. ¡Y es que, cuando un mal pensamiento es arrojado a su interior, éste inmediatamente se incendia, como si se tratara de un bosque seco!
El corazón está listo para saltar y ocuparse de lo primero que viene a él, porque no tiene ojos, a diferencia de la mente. ¡Oh, con cuánto cuidado debe el hombre vigilar su corazón! Es la puerta que primero cede la persona, en su debilidad.
¡Y es que cuando un mal pensamiento es arrojado al interior del corazón, éste inmediatamente se incendia, como si se tratara de un bosque seco! ¡Y poco se puede salvar de él, cuando las llamas se han extendido ya por todas partes, destruyendo sin piedad cualquier fruto de virtud que pudiera haber en él! Que los ojos de tu mente estén siempre atentos. Y cuando un pensamiento se acerque, cual lobo, para atacar tu corazón, o como un gavilán te aceche buscando en donde detenerse, lucha con todas tus fuerzas y aléjalo! Porque la mayoría de las veces, después de cinco minutos será ya demasiado tarde.
(Traducido de: Un mare mărturisitor creștin: Preotul Constantin Sârbu, Editura Bonifaciu, București, 2008, p. 164)