¡Esto es lo que soy, Señor! ¡Apiádate de mí!
Hay que humillarse todo el tiempo. “¡Esto es lo que soy, Señor: nada más que vacío!”. Yo siempre se lo digo a Dios.
El que ora desde su interior no necesita dormir mucho. Tiene un descanso interior...
—No debe asombrarnos que haya monjes que duermen una o dos horas, a lo sumo. No tiene por qué asombrarnos. Yo los entiendo perfectamente. Lo que quiero decir es que es tan dulce y profundo ese sueño de dos o tres horas, después de orar, que compensa todo el tiempo dedicado a nuestras plegarias.
¡Gloria a Dios por todo!
—Eso sí, no hay que engreírse al orar… Al contrario, hay que humillarse todo el tiempo. “¡Esto es lo que soy, Señor: nada más que vacío!”. Yo siempre se lo digo a Dios. Justo hoy le dije algo distinto: “¡Señor, mi morral está vacío!”.
(Traducido de: Preotul Dimitrie Bejan, Bucuriile suferinței. Evocări din trecut, Cartea Moldovei, Chișinău, 1995, p. 93)