Palabras de espiritualidad

¡Estoy de mal humor!

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Es un estado en el que no siento ninguna alegría y no soy consciente de que nací para ser felíz. En consecuencia, tengo que hacer algo. ¿Qué? En primer lugar, decir, “¡Señor, ten piedad! ¡Señor Jesucristo!”

Examinando nuestros estados espirituales nos podemos dar cuenta cuál de ellos es pernicioso y así elegir ser sanos, clamándole al Señor, orando.

Si tengo una mala disposición, si estoy turbado, si estoy enojado mientras trabajo, o simplemente estoy aburrido, entiendo que no se trata de un estado normal, estoy consciente de ello. Ahora lo sé. Sé que tal estado no es el mío de persona normal, de persona íntegra. Es un estado en el que no siento ninguna alegría y no soy consciente de que nací para ser feliz. En consecuencia, tengo que hacer algo. ¿Qué? En primer lugar, decir, “¡Señor, ten piedad! ¡Señor Jesucristo!” Y todo cambiará.

Talvez, como esposa, siga sintiendo enojo cuando mi marido no vuelve temprano a casa. Pero tal actitud no dejará de ser parte del lado vicioso de mi alma, de mi psique, es una perturbación de mis sentimientos, mismos que le enseño al Señor para que los ilumine con Su gracia. Necesito entender que las emociones son reacciones de nuestra psique y ese es su rol, su función. Son mensajeras y nos dan fuerzas para enfrentar lo que nos hace bien o mal. Lo malo es pasarnos la vida entera sólo en ellas.

Cuando tenemos relaciones basadas en la reciprocidad: me amas/te amo, me miras mal/te miro mal... todo eso conforma el infierno de nuestras relaciones. Para escapar de él necesitamos, entonces, trabajar los Mandamientos para purificar nuestra alma, sentimientos y mente. De lo contrario, no podremos llegar al encuentro consciente y completo con Dios en nuestro corazón. Sí, Dios está “escondido en sus mandamientos”: no lo podemos ver y sentir si no limpiamos antes, con ellos, nuestro corazón y nuestra alma.

Necesitamos, no obstante, estar atentos a la forma en que obramos los Mandamientos y en cómo ellos nos purifican nuestra alma y sentimientos.

(Traducideo de: Monahia Siluana Vlad, Deschide cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, 2013, p. 18)



 

Leer otros artículos sobre el tema: