Eternamente presentes en el Señor
Vivamos el día presente y, con Su amor, con nuestro amor, seguiremos adelante. Y Dios creará el día de mañana, que también es Suyo.
Yo no puedo pensar en las cosas pasadas, porque vivo en el presente. El ayer ya no existe. El día de mañana le pertenece a Dios, como en algún momento sucedió también con el día de ayer…. ¡Entonces, mejor guardo silencio! Vivo el eterno presente de Dios. No pienso en nada más. Nada.
“No os preocupéis por vuestra vida, que Yo cuidaré de todo”, dice el Señor. He puesto en práctica estas palabras y muchos me han preguntado, con cierto asombro: “¿Cómo? ¿No piensas un poco en lo que podría pasar? ¿No piensas, por ejemplo, que mañana te pueden pedir que desocupes el apartamento que hoy rentas?”.
Si viviéramos en el pasado, podríamos retrasar algo que tiene que traer el futuro. Y no podemos vivir en un pasado que ya no existe y otorgarle una existencia que no tiene. Digamos que tuvimos que atravesar una experiencia muy desagradable, y que seguimos reviviéndola infinitamente. Esto también es válido para el futuro.
Cuando hoy somos conscientes del concepto y de la existencia de Dios, no nos preocupamos por el día de mañana, porque es Suyo y nada más. Él dice: “Que no os preocupe el día de mañana”. Entonces, vivamos el día presente y, con Su amor, con nuestro amor, seguiremos adelante. Y Dios creará el día de mañana, que también es Suyo.
(Traducido de: Maica Gavrilia. Asceta iubirii, Editura Episcopiei Giurgiului, 2014, p. 221)