San Juan Crisóstomo habla también de la esposa como un “auxilio” para el esposo, como su “compañera de vida”, “miembro de su cuerpo”, refiriéndose a la “entrañable y verdadera amistad” entre ellos:

“De hecho, la mujer debe apoyar y fortificar a su esposo con su auxilio, de manera que éste logre vencer en las luchas que deba enfrentar. Si es discreta y temperada, no sólo ofrecerá consuelo a su esposo con su sola presencia, sino que también en los demás aspectos demostrará ser de gran apoyo, aligerándole las cargas de esta vida, tanto las de fuera de la casa como las domésticas. Así, cual experto marinero, sorteará las tormentas interiores con su comprensión, llenando a su esposo del alivio más profundo” (Homilía XXXVIII sobre el Génesis).

El más grande valor del matrimonio es el amor verdadero entre dos seres humanos: el hecho que eres verdaderamente amado, por otro ser a quien amas verdaderamente. San Juan Crisóstomo habla sobre la inefable unidad entre hombre y mujer, en el contexto de semejante forma de amor.

“Cuando amas, la otra persona eres tú mismo. Este es el lazo de la amistad (philia), para que el que ama y el que es amado dejen de ser dos personas distintas, volviéndose, en misterio, una sola, cosa que no puede conseguirse sin amor (agape). En consecuencia, no busques lo que es tuyo, para encontrar lo que es tuyo” (Homilía XXXIII sobre la Primera carta a los Corintios).

Por eso, dice el Santo Padre, el amor entre esposos es “algo que ningún tesoro podría igualar, porque nada, absolutamente nada es más precioso que ser amado de tal manera por tu esposa, y amarla de la misma forma”.

(Traducido de: David C. Ford, Bărbatul şi femeia în viziunea Sfântului Ioan Gură de Aur, traducere din limba engleză de Luminiţa Irina Niculescu, Editura Sophia, Bucureşti, 2004, pp. 121-122)