Explicando en qué consiste la “lucha invisible” del cristiano
Todos los hombres están llamados a la santificación, todos los hombres están llamados a luchar incansablemente contra el pecado.
Es una lucha continua, interior, que los cristianos libran para alcanzar la perfección espiritual. El Evangelio contiene un ideal extremadamente elevado para nosotros los cristianos, al cual no podemos sino tender constantemente, sin ser capaces de alcanzarlo por completo en esta vida. Así pues, se abre ante nosotros un terreno muy vasto, aun ilimitado, para poder avanzar, para crecer, para arrancar el mal de nuestra alma y para sembrar en nosotros la virtud.
Ese elevado ideal es descrito por las mismas palabras del Señor. En Su enseñanza sobre la necesidad de los cristianos de amar no solamente a sus semejantes y amigos, sino también a sus enemigos, el Señor concluye Su exposición con las siguientes palabras: “Sed perfectos, tal como vuestro Padre Celestial es perfecto” (Mateo 5, 48).
La Santa Escritura habla de esta perfección en diversos lugares y de incontables maneras. ¿Cuál es la esencia de esta perfección cristiana? ¿En qué consiste? El Santo Apóstol Pedro lo explica, valiéndose de las palabras del Levítico: “Di a toda la comunidad de los israelitas: Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” (Levítico 19, 2).
En consecuencia, la perfección cristiana consiste en la santidad, es decir, en la liberación del alma de la esclavitud del pecado. Se sobreentiende, entonces, que todo el mundo, sin excepción —y no solamente los monjes o los sacerdotes— está llamado a tomar parte de esta perfección que consiste en la liberación del pecado. Nuestro Señor Jesucristo, Quien desea que también nosotros nos santifiquemos, vino al mundo, murió, resucitó, se alzó a los Cielos y llenó al mundo del Espíritu Santo, no solamente a los sacerdotes y a los monjes, tal como cree e insiste equivocadamente cierto sector de los eruditos laicos. Todos los hombres están llamados a la santificación, todos los hombres están llamados a combatir incansablemente contra el pecado: todos, sin excepción, hemos sido llamados a entablar esta lucha invisible.
(Traducido de: Arhiepiscopul Averchie Taușev, Nevoința pentru virtute. Asceza într-o societate modernă secularizată, traducere de Lucian Filip, Editura Doxologia, Iași, 2016, pp. 149-150)