Palabras de espiritualidad

¿Hace falta convencer al otro de la necesidad de creer?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Ningún argumento podrá convencer a la otra persona, a excepción de la oración. En consecuencia, vive tu fe ortodoxa con sencillez, naturalmente, sin dejar que esas cosas te afecten, pero también sin amilanarte o hacer concesiones.

¿Cómo puedes convencer a un amigo hostil ante las cosas de la fe? El único método es la oración interior. Ningún argumento podrá convencer a la otra persona, a excepción de la oración. En consecuencia, vive tu fe ortodoxa con sencillez, naturalmente, sin dejar que esas cosas te afecten, pero también sin amilanarte o hacer concesiones. Tu amigo te verá viviendo todas esas cosas. ¡Y la forma de vida es un argumento imposible de vencer!

Esa hostilidad tiene dos causas: la ignorancia religiosa y los malos ejemplos, de los cuales la mayoría se acuerda todo el tiempo. Además, es cierto que la religión, el culto, cuando no son la expresión de una fe sincera, suelen caer, sin duda, en la hipocresía. La religión no es un propósito en sí misma, sino un medio para entrar en relación con Dios y con nuestro semejante. ¡Lo importante, aquí, son la fe y el amor a Dios!

¿Puede decirse que la religión es un invento humano? La historia nos enseña que todos los pueblos formaron distintos modos de expresión religiosa. Parece que esto está vinculado con la caída (de Adán y Eva). En el Paraíso no existía la religión: ¿cuál hubiera sido su utilidad, si las personas podían hablar frente a frente con Dios? Cuando perdieron esa familiaridad, buscaron cómo recobrar, al menos en parte, esa comunicación, valiéndose de los instrumentos sociales y culturales. Tenemos que reconocer que, cuando amamos a alguien, buscamos todas las formas posibles para expresar ese amor: damos obsequios, decimos cosas amables y llenas de afecto, elogiamos a la otra persona, etc. Nuestra relación y nuestra comunicación con la Divinidad proceden exclusivamente del amor y de eso que el amor crea incansablemente para expresarse; en consecuencia, así es como se explica nuestro culto.

Al mismo tiempo, sabemos muy bien que determinadas formas religiosas vienen no de los hombres, sino de Dios. Por ejemplo, la Divina Liturgia proviene de lo que Cristo-Dios nos enseñó. Dios nos enseñó, ante todo, a orar y a encomendarnos a Él, dándonos una única oración: “Padre nuestro que estás en los Cielos…”. Después nos dijo que ofreciéramos el pan y el vino: “Haced esto en memoria Mía”. Luego, no fueron los hombres quienes inventaron esto, y los cristianos participamos de este culto por obediencia a Dios. Lo mismo es válido para el Bautismo. Dios dice: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. ¡Y eso es lo que hacemos!