¿Hacer lo que quieras? ¡Solamente después de haber sanado tu alma!
Cuando has renunciado a la fe en Dios (o tal vez nunca la tuviste), cuando no crees en Dios, te sientes libre de hacer lo que te apetece.
Si tienes fe en Dios, si tienes fe en el bien, entonces no haces determinadas cosas, porque sabes que no debes hacerlas, porque no es correcto. Aunque todas las personas que me encuentre en mi paso por este mundo las hagan, ¿por qué habría de hacerlas yo? ¡Así es como debe pesar toda persona que crea en Dios!
El hecho de que la incredulidad es motivo de pecado, lo encontramos en la Filocalia, en los textos de San Antonio el Grande, quien dice: “La más perjudicial de las pasiones del alma es la falta de fe y el desconocimiento de Dios”. Cuando has renunciado a la fe en Dios (o tal vez nunca la tuviste), cuando no crees en Dios, te sientes libre de hacer lo que te apetece. Recuerdo que mi madre utilizaba mucho una expresión, cuando se refería a alguna mujer de vida licenciosa o que hacía cosas impías. Decía: “Mira a N. (decía el nombre), ¡simpre hizo lo que quiso!”. Pero algo así no existe para el cristianismo. No puedes hacer lo que se te apetezca. En todo caso, es bueno que hagas lo que quieras, pero solamente después de haber sanato tu alma.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Cum putem deveni mai buni – Mijloace de îmbunătățire sufletească, Editura Agaton, p. 152)