Hacia la madurez espiritual
El progreso en la unión con Cristo se asemeja con el crecimiento, y la realización de esa unión es semejante a la edad adulta.
La Santa Escritura y la Tradición comparan el estado del hombre que aún no ha alcanzado la semejanza con Cristo —y que todavía no ha actualizado completamente las potencialidades de su naturaleza—, con la condición del infante. El progreso en la unión con Cristo se asemeja con el crecimiento, y la realización de esa unión es semejante a la edad adulta.
Así, el Apóstol Pablo habla de “la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y al conocimiento completo del Hijo de Dios, y a constituir el estado del hombre perfecto a la medida de la edad de la plenitud de Cristo”, “para que ya no seamos niños (…), sino que, fundamentados en la verdad y practicando sinceramente el amor, crezcamos en todos los sentidos hacia aquel que es la cabeza, Cristo” (Efesios 4, 12-15).
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Terapeutica bolilor spiritual, Editura Sofia, p. 25)