Haciendo que Cristo nazca en mi vida
Sintamos profundamente lo que significa que el eterno e infinito Dios se haga uno de nosotros, naciendo en este mundo, para salvar a la humanidad.
El Nacimiento de Cristo es el fundamento, el principio de nuestra salvación; sin éste, no podríamos alcanzar la salvación. En este marco debemos percibirlo, en su verdadera extensión y profundidad. Por consiguiente, sintamos profundamente lo que significa que el eterno e infinito Dios se haga uno de nosotros, naciendo en este mundo, para salvar a la humanidad. Indescriptible es Su descenso, como indescriptible es Su amor y el entero acontecimiento de Su venida al mundo. Es un Misterio de nuestra fe.
Si nos adentramos con fe y humildad, más allá de los esquemas lógicos, al centro del suceso del Nacimiento divino de Cristo, podremos también renacer nosotros. Y esto tendrá lugar sólo cuando decidamos renunciar a nuestra propia voluntad, a la oscuridad y a las tinieblas que nos rodean, a nuestro egocentrismo. Sólo cuando, sedientos, busquemos con desesperación el camino de regreso, la senda de donde venimos, del Paraíso, para encontrar nuestros arquetipos, nuestra imagen divina, con la que nos creó Aquel que viene al mundo.
(Traducido de: Arhimandritul Timotei Kilifis, Hristos, Mântuitorul nostru, Editura Egumenița, Galați, 2007, p. 31)