Palabras de espiritualidad

¡Hagamos el bien a quien lo necesite!

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Tenemos que hacer el bien a nuestro semejante, sin importarnos el color de su piel, su nacionalidad, su fe, su edad, etc.

¿Podemos ayudar que no es creyente ni asiste a la iglesia?

—No podemos dividir los estómagos entre quienes asisten a la iglesia y quienes no lo hacen. Si alguien llama a tu puerta y sabes que tiene hambre (si no te busca por necesidad, seguramente malgastará lo que le des en alguna cantina, embriagándose y hasta cometiendo más de alguna tropelía), dale un trozo de pan y ora para que Dios lo ilumine, y en algún momento dado tu amor al prójimo hará que esa persona se acerque a Cristo. Pero no le podemos decir a nadie: “¡Morirás, porque no vas a la iglesia!”, o “¡Morirás, porque no eres cristiano!”.

Los primeros cristianos ayudaban incluso a los idólatras, porque Dios “hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5, 45). Del mismo modo, tenemos que hacer el bien a nuestro semejante, sin importarnos el color de su piel, su nacionalidad, su fe, su edad, etc. ¡Hagamos el bien a quien lo necesite!

Si tienes conocimiento de que esa persona habrá de malgastar lo que estás por darle —en apuestas o en cualquier otra cosa parecida—, mejor no se lo des, para no participar también tú del mal que quiere cometer.

(Traducido de: Arhimandritul Epifanie TheodoropulosToată viața noastră lui Hristos Dumnezeu să o dăm, Editura Predania, București, 2010, p. 74)