¡Hagamos que el Nombre de Jesús viva en nuestro corazón!
Esfuérzate en cultivar la Oración de Jesús, pues ella es toda nuestra vida, toda la belleza, todo el consuelo.
Más importante que darle crucifijos o llenarlo de imágenes religiosas, es grabar en el corazón del joven cristiano el Dulcísimo Nombre de Jesús, con la luminosísima oración: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!”.
Cuando Jesús se afiance en tu corazón, ya no desearás ni Roma ni Jerusalén, porque el propio Rey, junto con su amadísima Madre y con todos los ángeles y santos, vendrán a ti y vivirán en ti. Esfuérzate en cultivar la Oración de Jesús, pues ella es toda nuestra vida, toda la belleza, todo el consuelo. Sabemos que al principio es difícil practicarla, sí. Pero, después, descubrimos cuán invaluable, cuán preciosa es y cuánta alegría nos ofrece.
(Traducido de: Starețul Anatolie de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 107)