El amor desinteresado es un deber familiar. Cada uno debe olvidar su propio “yo”, dedicándose al otro. Cada uno debe culparse a sí mismo y no al otro, cuando algo no funcione bien. Es completamente necesario el auto-dominio, porque la impaciencia podría arruinarlo todo.

Una palabra hiriente puede afectar durante meses la unidad de las almas. En ambos cónyuges debe existir el deseo de construir un matrimonio feliz y superar todo lo que pudiera impedir este propósito. Y es que hasta el más fuerte amor necesia ser fortalecido diariamente. 

(Traducido de: Cum să ne întemeiem o familie ortodoxă: 250 de sfaturi înţelepte pentru soţ şi soţie de la sfinţi şi mari duhovnici, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, pp. 106-107)