Hay que asumir la tragedia de la humanidad entera como propia
La Iglesia permanecerá invicta hasta el final de los tiempos. Dichoso de aquel que comprenda esto y salve su alma. “¡Oh, si tan solo conociéramos el valor del hombre, mismo que Dios le concedió!”.
¿Cómo ve usted, padre, la participación del cristiano en la política, en las circunstancias actuales?
—Tu pregunta pareciera sugerir que hacer política es un error. Y no lo es. La política es como tener una balanza en la mano y mantenerla equilibrada todo el tiempo. Es bueno que los cristianos se impliquen en la política, pero sabiendo honrar la conciencia de la verdad.
¿Puede decirnos cuáles son las consecuencias del llamado “pietismo” en la vida de la Iglesia?
—Querido hijo, la Iglesia permanecerá invicta hasta el final de los tiempos. Dichoso de aquel que comprenda esto y salve su alma. “¡Oh, si tan solo conociéramos el valor del hombre, mismo que Dios le concedió!”. No hay que asumir ni crear distintos puntos de vista o de orientación. El negativismo es un fenómeno común en muchas partes… Hay miles de sectas, pero esto no significa que la Iglesia Ortodoxa, es decir, la Iglesia de la Verdad, no salga vencedora.
¿Usted cree que el “pietismo” es una actitud sectaria?
—Lo mejor que puedes hacer es ocuparte de tu alma, y no de los defectos de los demás, por aquí y por allá. Nuestra doctrina tiene las palabras del Señor: “¡Haced lo que os digan, no lo que hacen ellos!”. Pero con esto no quiso decir que tenemos que detener nuestra vida. Debes aprender a controlar tu propia vida. Estas tragedias también son consecuencia de mis propios defectos personales. La tragedia de la humanidad debe ser lamentada como nuestra propia desgracia. No debemos juzgar a nadie, porque hay muchas debilidades en este mundo. En primer lugar, porque al ver estas cosas no podrás evitar ser subjetivo. Porque, por ejemplo, podría tratarse de una medida para salvar determinadas cosas, y tú, que no tienes más que tu propia observación superficial, podrías malinterpretar la táctica utilizada para salvar esas cosas. Y estarías juzgando negativamente.
(Traducido de: Arhimandritul Arsenie Papacioc, Cuvânt despre bucuria duhovnicească, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003, pp. 192-193)