El hecho que aún no te hayas divorciado del esposo que Dios bendijo para ti demuestra que tu conciencia cristiana aún vive y que ésta no te deja matarlo espiritualmente, viéndolo enfermo.

¿Qué pasa si uno de los cónyuges cae presa de una enfermedad incurable y requiere de cuidados permanentes? ¿Hay que enterrarlo vivo? ¡Pero si están casados y tu esposo hace lo que puede para oponerse a la enfermedad espiritual! Su estado es una venganza del maligno, pero tú sigues pensando en el divorcio... Cuando el muera, después de que tú lo abandones, no hallarás paz para tu alma hasta el final de tus días.

El cristianismo es esfuerzo, es cargar con nuestra cruz, es sacrificio. Actualmente, muchos son cristianos sólo con la punta de la lengua y mientras el cielo está despejado. Debes aprender a orar con paciencia y a ser aún más paciente con la enfermedad de tu esposo. Ustedes dos son un sólo cuerpo. Si uno se enferma, sufre también el otro. ¡Que Dios te ilumine y te fortalezca!

(Traducido de: Arhimandritul Ioan Krestiankin, Povăţuiri pe drumul Crucii, Editura de Suflet, Bucureşti, 2013, pp. 91-92)