¡He aquí un verdadero cristiano!
El auténtico cristiano es ese que soporta en silencio las acusaciones falsas, es el que no se enfada cuando se entera que alguien murmura en contra suya y también es siempre el primero en pedir perdón, aun sabiendo que no tiene ninguna culpa.
El hombre que es un verdadero cristiano se reconoce no tanto por el ayuno que practica, o por la frecuencia con que asiste a la iglesia, o por sus palabras llenas de fervor y piedad, o por leer libros religiosos, sino, ante todo, por su humildad. El auténtico cristiano es ese que soporta en silencio las acusaciones falsas, es el que no se enfada cuando se entera que alguien murmura en contra suya y también es siempre el primero en pedir perdón, aun sabiendo que no tiene ninguna culpa.
El verdadero cristiano no responde a las ofensas con más ofensas, a la maldad responde con bondad, pone en práctica los mandamientos divinos y, con todo, le parece que no ha hecho nada. El cristiano que no lo es solo de nombre, a pesar de haber recibido de Dios un gran cúmulo de dones y cualidades, se cree sinceramente el más pecador de todos los hombres.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Tâlcuire la Rugăciunea Sfântului Efrem Sirul, traducere din limba bulgară de Gheorghiță Ciocioi, Editura Sophia, București, 2011, p. 118)