Palabras de espiritualidad

Hombres nuevos

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

La vida cristiana es una lucha valiente contra el mal y el pecado, es fuerza espiritual ante las dificultades de la vida.

¿En qué tendría que concentrarse la juventud de hoy, para llevar una auténtica vida cristiana en el mundo cultural que nos rodea, y ante sus obligaciones familiares, profesionales, etc.?

Las más extremas doctrinas políticas, los intelectuales occidentales y de otras regiones… todo el mundo coincide en que la sociedad actual requiere de hombres nuevos, diferentes a los de hoy en día. Todos buscan un “hombre nuevo” —como Diógenes con su lámpara—, en las plazas del materialismo, en la práctica del yoga y en otras tendencias esotéricas, olvidando que nuestro Señor Jesucristo dijo hace dos mil años que el hombre nuevo no puede nacer si no es “del agua y del Espíritu” (Juan 3, 5), es decir, con los sacramentos de la Iglesia, el único lugar de nacimiento del hombre nuevo.

La juventud cristiana, que de forma natural aspira a la realización del hombre nuevo, debe, entonces, permanecer bajo la constante guía de la Iglesia, y formarse un concepto correcto de lo que es la vida cristiana, para poder conducirse acertadamente en sus relaciones profesionales y familiares. No importa qué oficio tenga, el joven debe ser, ante todo, un cristiano: un estudiante cristiano, un científico cristiano, un poeta cristiano, un comerciante cristiano, un obrero cristiano, etc.

El joven debe saber que la cultura que le ofrece la sociedad actual es materialista y atea, pecadora y enfermiza. Es una cultura que debe ser sanada y evangelizada para que sea útil para la vida cristiana. Sin ir más lejos, el culto al placer, la búsqueda de tener más y más posesiones y dinero —o, como diría San Máximo el Confesor, “la búsqueda del placer para huir del dolor” –, que caracterizan al mundo actual, constituyen un verdadero culto pagano, lo opuesto a la vida cristiana; esto no sólo no da lugar a la venida de un hombre nuevo, sino que desciende al hombre mismo a un nivel más bajo que el de los animales. La vida cristiana, al contrario, es una lucha valiente contra el mal y el pecado, es fuerza espiritual ante las dificultades de la vida. Nuestro Señor dijo “en el mundo tendréis tribulaciones” (Juan 16, 33) y “tenemos que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios” (Hechos 14, 22).

¡Qué gran bendición de Dios es ser cristianos ortodoxos!

(Traducido de: Ieromonahul Petroniu TănaseChemarea Sfintei Ortodoxii, Editura Bizantină, București, 2006, pp. 61-62)