Palabras de espiritualidad

Homilía en la Fiesta del Santo Apóstol Andrés

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Exaltemos a Dios por habernos enviado al Santo Apóstol Andrés a hacernos cristianos y a unirnos a Cristo por medio del Bautismo y la contrición.

“Hijo de Galilea y hermano de Pedro, de entre los pescadores fuiste el primero en ser llamado a la asamblea de Apóstoles, Andrés el milagroso. Desde tu sepulcro en Patras llamas los pueblos a Dios, y a nosotros nos has llenado de alegría, por haber venido a Rumanía a anunciarnos a Cristo el Señor” (Kondakión de San Andrés)

Amados fieles.

Hoy, 30 de noviembre, recordamos con gozo al Santo Apóstol Andrés, el primero en ser llamado (protocletos), el Apóstol de los rumanos, quien predicó el Evangelio de Cristo en nuestro territorio hace cerca de dos mil años, en Dobrogea y el Delta del Danubio.

El Santo Apóstol Andrés era hermano del Santo Apóstol Pedro; ambos eran hijos de Jonás, de la ciudad de Betsaida, en Galilea, y vivían de la pesca.

Al comienzo, San Andrés fue discípulo de San Juan el Bautista. Luego, al oir hablar de nuestro Señor Jesucristo, se fue a Cafarnaún, en donde vivía el Señor, y le preguntó: “¿Maestro, en dónde vives?”. Y el Señor le dijo: “¡Ven y lo verás!” (Juan 1, 38-39). Y se quedó con Él aquel día. Así, el Santo Apóstol Andrés fue el primero en ser llamado a anunciar el Evangelio de Cristo.

Luego de algunos días, Andrés y Simón Pedro se hallaban en una embarcación con su padre, Jonás, con la intención de hacerse a la mar para pescar. Fue entonces cuando el Hijo de Dios los llamó al apostolado, diciéndoles: “Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres (Mateo 4, 19).

Desde aquel momento dejaron todo y siguieron a Cristo hasta Su muerte y Resurrección, siendo testigos de Sus milagros y Resurrección. Y, después de Su Ascensión a los Cielos, al elegir a dónde iría cada uno a evangelizar, al Santo Apóstol Andrés le tocó dirigirse a los países cercanos al Mar Negro.

Así, primero cristianizó Armenia, la Iberia caucásica y la Escitia Mayor, es decir, la Ucrania actual, asentando la Santa Cruz en el lugar en donde ahora está Kiev. Después cristianizó Crimea, el sur de Besarabia y, pasando por el Delta del Danubio, se detuvo por algún tiempo en Tomis, en donde bautizó a muchos que provenían de la Escitia Menor, es decir la Dobrogea de hoy.

Allí vivió con sus discípulos en una cueva, en donde oficiaban la Liturgia, por temor a los paganos que adoraban ídolos. Aquella cueva sigue siendo visitada hoy en día, y está situada en un pueblo llamado Ion Corvin, al sudoeste de Constanza. Actualmente existe en dicho sitio un monasterio que tiene como fiesta patronal la del Santo Apóstol Andrés.

Después de ordenar obispos y sacerdotes en Tomis —la Constanza de hoy—, el Santo Apóstol Andrés pasó también por Tracia —Bulgaria— , Macedonia y Grecia, hasta llegar al Peloponeso, deteniéndose por dos años en la ciudad de Patras. En dicho lugar bautizó a muchos paganos, realizó innumerables milagros, destruyó los altares de los ídolos y anunció a Cristo con denodado vigor.

Viendo esto el gobernador de aquella ciudad, llamado Egheatos, lo hizo prender, azotar y encarcelar, junto a varios de sus discípulos. Luego, al comprobar que muchos seguían convirtiéndose a Cristo gracias a San Adnrés, lo condenó a la muerte en una cruz con forma de “x”; así, un 30 de noviembre el santo entregó su alma en manos de nuestro Señor Jesucristo, en tiempos del emperador Nerón.

Amados fieles,

Esta es, brevemente, la vida y pasión del Santo Apóstol Andrés. Él siguió en todo a Cristo, el Redentor del mundo. Anunció el Evangelio en muchos países, destruyó los templos de los idólatras, bautizó innumerables cristianos, levantó iglesias, ordenó diáconos, sacerdotes y obispos, y llevó muchos países a la fe en Cristo, incluyendo el nuestro.

Luego, nosotros, los rumanos, tenemos una Iglesia de origen apostólico, fundada en el primer siglo, después de la Ascensión de nuestro Señor a los Cielos. Nosotros no fuimos evangelizados como los pueblos eslavos, a finales del primer milenio, porque nosotros siempre estuvimos en estas regiones de los Cárpatos y el Delta del Danubio, en tanto que los húngaros vinieron a Europa en el siglo IV desde Mongolia y fueron evangelizados en el año 950 por Estaban el Santo, y los eslavos vinieron entre los siglos VII-VIII desde el noreste de Asia y se hicieron cristianos mucho más tarde: los búlgaros, en el año 864, los serbios, en 868 y los rusos en 988.

Así lo dispuso la Providencia Divina, que recibiéramos la fe cristiana directamente de los discípulos de Cristo, razón por la cual debemos estar permanentemente agradecidos.

Amados fieles,

Exaltemos a Dios por habernos enviado al Santo Apóstol Andrés a hacernos cristianos y a unirnos a Cristo por medio del Bautismo y la contrición. Somos un país cristiano de origen apostólico. Seamos dignos de ello. Guardemos con santidad los mandamientos del Señor, escritos en el Santo Evangelio y predicados por los Apóstoles. Sin alguien que nos guíe podríamos extraviarnos, y sin buenos sacerdotes podríamos perder el camino del arrepentimiento. Pero, si obedecemos al Señor, obedecemos también a la Iglesia.

El Santo Apóstol Andrés nos trajo el cristianismo y ofició la primera Liturgia en tierras rumanas. El nos libró de los demonios y de las pasiones, y nos unió a Cristo por medio del sacrificio y la Liturgia. Él nos enseñó como salvarnos por medio de la humildad, la oración y el amor.

Obedezcamos a los Santos Apóstoles como a Cristo Mismo. Obedezcamos a nuestros obispos y sacerdotes como a los Apóstoles, que ellos darán cuentas por nuestras almas. No faltemos a la iglesia en las festividades religiosas, porque ahí está Cristo con todos los santos. Esta es nuestra salvación, nuestra alegría, nuestra vida. Ignoremos a los seguidores del Anticristo, esos que se apartan de la Iglesia, de la Cruz y de todo lo que es santo.

Además, estamos obligados a enseñarles a nuestros hijos lo que es el temor de Dios, Hagamos misiones y apostolado en las escuelas, los hospitales y las casas de los cristianos, practicando la caridad y leyendo libros santos ortodoxos. Pero, sobre todo, empecemos por nuestros mismos hogares.

Vivamos con Cristo, ayudemos a nuestros hijos en el camino a la salvación y también a quienes nos rodean, pero no hagamos nada sin obedecer a nuestro obispo, nuestro párroco y nuestro padre espiritual. Ellos son nuestros apóstoles en este mundo. Si hacemos esto, alcanzaremos la salvación de nuestras almas, con las oraciones de la Madre del Señor y del Santo Apóstol Andrés. Amén.