Palabras de espiritualidad

Honradez y humildad

  • Foto: Catalin Acasandrei

    Foto: Catalin Acasandrei

Translation and adaptation:

“¡Vengan a conocer a este hombre de Dios, vengan a ver lo virtuoso que es!”.

Hubo una vez en Jerusalén un monje llamado Filargio, quien, para ganarse el pan diario, se ocupaba con diversas manualidades, que luego vendía. Un día, mientras estaba en el mercado, vio que alguien había olvidado una bolsa con mil monedas de oro. El anciano monje pensó: “Quien haya perdido este dinero, vendrá a buscarlo y a reclamarlo”. Y eso fue lo que ocurrió. Apareció un hombre, quien, entre lágrimas, le preguntó si había visto su bolsa. El anciano se la entregó inmediatamente. Conmovido y lleno de gratitud, el hombre insistió en darle una parte de aquel dinero como recompensa, cosa que el monje rechazó con vehemencia. Entonces, el hombre empezó a dar voces: “¡Vengan a conocer a este hombre de Dios, vengan a ver lo virtuoso que es!”. Al escuchar estas palabras, el anciano recogió sus cosas y, sin que nadie lo notara, se fue de la ciudad. Esto lo hizo para no ser elogiado.

(Traducido de: Înaltpreasfințitul Pimen, Arhiepiscop al Sucevei şi Rădăuţilor, Din cuvintele duhovniceşti ale Sfinţilor Părinţi, Editura Arhiepiscopiei Sucevei si Radautilor, Suceava, 2003, p. 18)