Palabras de espiritualidad

¿Honrar las cosas del mundo, y despreciar las de Dios?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

“Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de Mí; en vano me rinde culto, enseñando doctrinas que son preceptos humanos” (Mateo 15, 8-9).

En nuestra época, que se jacta de su aparente prosperidad, la mayoría de personas que se hacen llamar “cristianas” y se sienten grandes benefactoras de los demás, harían cualquier cosa por obrar la justicia humana, pero rechazan con desprecio la justicia evangélica. Esa mayoría tendría que recordar aquellas palabras del Señor: “Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de Mí; en vano me rinde culto, enseñando doctrinas que son preceptos humanos” (Mateo 15, 8-9).

El hombre que obra la justicia humana está lleno de sí mismo; tiene una mente altiva y, con esto, se engaña a sí mismo. Habla mucho a los demás de sí mismo y de sus buenas obras, soslayando la prohibición que el mismo Señor nos puso (Mateo 6, 1-18); con odio y un fuerte deseo de venganza responde a quienes se atrevan a abrir la boca para oponérsele, por justificada y bien intencionada que sea su acción. De hecho, se reconoce a sí mismo merecedor y muy merecedor de toda retribución terrenal y celestial.

(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancininov, Despre înșelare, Editura Egumenița, Alexandria, 2010, p. 25)

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