Humíllate profundamente
Lo que debes hacer es luchar incansablemente contra todo eso, lleno de paciencia y valor, y llamando con todo el corazón a Jesús el Señor, Aquel que triunfó sobre el infierno.
No te entristezcas y no te dejes caer en la desesperanza cuando sientas que la maldad, la perfidia, la impaciencia, la blasfemia o cualquier otra pasión acecha tu alma, brotando de tus pensamientos más impuros y abyectos. Lo que debes hacer es luchar incansablemente contra todo eso, lleno de paciencia y valor, y llamando con todo el corazón a Jesús el Señor, Aquel que triunfó sobre el infierno.
Humíllate profundamente, reconociéndote, con todo el corazón, el primero de los pecadores, uno que no es digno de participar de la comunión con los demás, y el Señor, viendo tu humildad y tu lucha, te ayudará.
No tardes en pedir el auxilio y la mediación de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, repitiendo lo siguiente: “Sana, oh Purísima, las heridas sin cerrar de mi alma y líbrame de los enemigos que me atacan sin cesar“ (Canon al Ángel Custodio, canto III y ss.).
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, 2005, p. 174)